agosto 22, 2025
Opel Rocks-E

(Reseña) Opel Rocks-E: ventajas y retos de moverse con este cuadriciclo urbano

El Opel Rocks-E, fiel al slogan de su marca, es todo menos convencional. Probamos este cuadriciclo eléctrico durante algunos días y aquí les contamos nuestra experiencia con este pequeño urbano, más cercano a un gadjet sobre ruedas que a un automóvil.

Opel Rocks-E: desafiando las reglas de la ciudad

Moverse en Bogotá no es tarea fácil. Con las obras y la lluvia las calles colapsan de tanto en tanto, cada desplazamiento exige de paciencia zen y ni hablar de encontrar lugares para estacionarse. En ese escenario, el Rocks-E a veces parece tan fuera de lugar como perfectamente en su elemento.

Su diseño, su lógica de uso y su concepto minimalista desafían todo lo establecido, y esos pueden ser sus mayores méritos en una ciudad donde los vehículos de nuevas energías siguen ganando espacio. No es veloz, ni lujoso… pero es simpático e incluso funcional.

Opel Rocks-E vista general

Los días que estuvo con nosotros coincidieron con la ComicCon y el Rocks-E cumplió. ¿Con creces? No, nunca pretendió ser más de lo que es. Gracias a su tamaño y maniobrabilidad se movió con agilidad, en espacios reducidos se estacionó sin problema y en el tráfico más de una mirada se robó, pero los viajes no fueron del todo confortables y en cuanto a la recarga, digamos que lo más simple no es siempre lo más efectivo.

Compacto y lleno de personalidad

El Opel Rocks-E no es un auto tradicional, de hecho su denominación de origen es cuadriciclo. Eso se nota desde que se abre la puerta… la apertura de la del conductor es al revés, literalmente. Una solución de diseño que le aporta ese aire disruptivo a un vehículo que, salvo el color de los faros —en LED—, es idéntico adelante y atrás.

Antes de poner rumbo al evento nos preguntábamos si un fotógrafo y una cosplayer con todo su equipo fotográfico y props incluidos podrían acomodarse dentro del Rocks-E. Grata sorpresa fue descubrir la amplitud real que tiene para dos ocupantes adultos, algo que ni su ficha técnica ni su silueta anticipan del todo. Mide 2,41 metros de largo.

El espacio vertical, la entrada baja y la visibilidad 360° suman para conseguir una cabina bien resuelta. En el interior todo es simple, pero encontramos detalles que le inyectan carácter y una estética juvenil. Los espacios de almacenamiento —unas cajas modulares que se encajan como piezas de Tetris— son tan prácticos como visuales, y las manijas de las puertas (tipo reata) en un verde lima fluorescente rompen con el negro dominante del habitáculo.

Interior Opel Rocks-E

Eso sí, la experiencia a bordo es de lo más espartana. Aquí no hay pantallas centrales, asientos tapizados en materiales Premium, ni iluminación ambiental; dispone de apenas seis botones físicos: tres para las marchas (D, N y R), y tres para las funciones básicas: luces estacionarias, desempañador y ventilador; un puerto USB tipo A y nada más.

El asiento del conductor es el único que se ajusta en distancia, el tablero es una pantalla monocromática con la información justa —velocidad, carga, autonomía— y el centro multimedia se limita a nuestro teléfono y un altavoz Bluetooth (si disponemos de uno).

La visibilidad en general es buena, pero tiene unos puntos ciegos sobre la parte delantera que no podemos dejar de mencionar y los espejos laterales, que se ajustan de manera manual, son bastante pequeños. Las ventanas son amplias y dan una sensación de ir viajando dentro de una cápsula transparente. Y el Opel Rocks-E también tiene su detalle nostálgico: las ventanas no bajan, se abren a la mitad como en los autos clásicos.

Opel Rocks-E en ciudad: ventajas y limitaciones

En ciudad, el Rocks-E cumple con su propósito. Su motor de 9 kW (12 HP), 44 Nm de torque y su velocidad limitada a 45 km/h lo posicionan claramente como un city car con todas las letras, ideal para trayectos cortos y zonas de tráfico lento. En ese escenario, se mueve con agilidad, se estaciona sin problema donde otros carros más convencionales sufren y consume lo mínimo.

Su autonomía declarada es de 75 km bajo el ciclo WLTP, que es adecuado para el uso netamente urbano que le darán el 99% de sus usuarios. Pero es posible extender ese rango aprovechando el frenado regenerativo del que dispone el Opel Rocks-E (se activa cuando la carga baja del 70 %).

Exceder los límites de velocidad no es una preocupación en este vehículo, sin embargo, en tramos donde se puede acelerar (a Bogotá todavía le quedan algunos), su limitada velocidad condiciona su presencia en la vía. En más de una ocasión sentimos que debíamos hacernos a un lado para no estorbar y sobrevivir entre conductores que no perdonan la lentitud.

Y si la lluvia entra en escena, —como el diluvio que nos cayó regresando el primer día de ComicCon— con la mirada fija al frente no habrá problema, pero los espejitos y el empañamiento de las ventanas hacen que incorporarse a una vía o cambiar de carril sea un acto de fe. Eso sí, aunque no cuenta con luces altas, la iluminación es bastante buena.

Detalle Opel Rocks-E

¿Y en seguridad?

En el Opel Rocks-E contamos con suspensión delantera independiente tipo McPherson adelante y barra de torsión atrás; frenos delanteros de disco y traseros de tambor, sin ABS ni EBD. No tiene sensores de proximidad, ni cámara de visión trasera, ni alertas… a diferencia de otros miembros de su familia, aquí la única asistencia está entre el volante y el asiento.

Ahora, a 45 km/h dentro de la ciudad —que es donde se va a mover esencialmente—parece muy difícil tener un accidente grave, pero como conductores también buscamos sentirnos seguros a bordo y que nuestro vehículo nos proteja, considerando además la variedad de actores viales que hay en nuestro país.

El tema va más allá de la velocidad, y es que al ser un cuadriciclo la legislación colombiana no le exige nada y en consecuencia la marca no lo equipa con ningún elemento de seguridad, salvo los cinturones de tres puntos y la estructura.

Recarga doméstica del Opel Rocks-E: simple en teoría, no siempre en la práctica

El Opel Rocks-E se carga con un enchufe convencional, sin necesidad de estaciones ni infraestructura especial. En una toma de 110V necesita unas 8 horas para recuperar el 100% de la batería, mientras que en una de 220V el tiempo se reduce a la mitad. En el papel, parece tan simple como conectar un celular grande; en la práctica, depende mucho de dónde vivas y qué facilidades tengas.

En mi caso, usarlo durante los días de la ComicCon fue un buen ejemplo de los retos cotidianos. Pasaba casi todo el día fuera —de 10 a.m. a 8 p.m.—, y tras jornadas agotadoras mi mejor alternativa para poner a cargar al Rocks-E era en mi casa. El trayecto de esta última a Corferias es de más o menos 15 km.

Vivo en un tercer piso, y aunque el cuadriciclo se estaciona perfectamente en el sótano, el edificio no permite usar los tomacorrientes de las zonas comunes. Así que yo, fotógrafo que resuelve, improvisé la solución: uniendo varias extensiones que normalmente uso en mis sesiones, logré tender un cableado desde mi apartamento hasta el parqueadero. Funcionó, pero no sin la respectiva molestia de algunos vecinos al ver los cables colgando por el hueco de las escaleras.

La experiencia me dejó clara una cosa: el Rocks-E no exige una infraestructura compleja de carga, pero sí requiere condiciones mínimas de acceso a la energía que no todos los entornos urbanos ofrecen. Y ahí es donde cabe preguntarse: ¿qué tan preparada está la ciudad —y sus edificios— para este tipo de movilidad?

Pantalla digital Opel Rocks-E

Opel Rocks-E: reflexiones finales

Conducir el Opel Rocks-E es como viajar dentro de una cápsula. La luz entra por todas partes, lo que da una sensación panorámica inusual en un vehículo tan pequeño, pero en días muy soleados el calor también se sentirá bastante.

Las sillas, hechas en plástico rígido (vienen acolchadas en el asiento y el respaldo), se vuelven incómodas en recorridos largos. La suspensión es durísima y cada hueco e imperfección de nuestras maltrechas vías se sienten. Y la insonorización es prácticamente nula: sentir los otros carros encima y además escucharlos hace parte de la experiencia.

Aun así, manejarlo es muy divertido. El radio de giro es impresionante, como buen carro eléctrico apenas se pisa el acelerador responde con viveza, pero con la velocidad limitada a 45 km/h el resto del tráfico no tardará en superarnos. A bordo se vive una mezcla curiosa de sensaciones: la emoción de dejarlos a todos atrás y la resignación posterior cuando nos alcanzan.

Tampoco pasará inadvertido. Estando detenido en un semáforo o rodando en la vía, la gente lo observa, sonríe y pregunta, se convierte en tema de conversación. A pesar de su tamaño, el Opel Rocks-E sorprende con soluciones prácticas: en nuestra experiencia pudimos cargar todo el equipo necesario para la ComicCon y dos adultos viajamos sin problema de espacio.

¿Es para todo el mundo? No. Por autonomía está limitado al uso urbano y la experiencia, aunque simpática, no sustituye a un automóvil convencional. Es más como una solución de uso puntual que necesita un entorno y tiempo de carga garantizado.

Ahora está el tema del precio: en Colombia ronda los 50 millones de pesos, una cifra que lo pone en una franja donde hay otras opciones más completas en cuanto a tecnología, confort y prestaciones. La autonomía de 75 km/h es más que suficiente para la ciudad, pero aunque el tipo de recarga es sencillo, no es tan fácil encontrar un tomas de 110V en cualquier lugar.

El Opel Rocks-E es curioso, divertido e incluso práctico, pero con un espectro de usuarios reducido. Como alternativa de movilidad no es perfecto, para andar en él hay que cambiar el chip: desde como nos movemos, cargarlo, hasta las miradas que atrae; y allí donde no es tradicional está parte de su encanto.


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